Con 17 años conocí a mi esposa y tenemos dos hijos estupendos José Miguel e Iván. He trabajado casi toda mi vida en el transporte por carretera y después de vivir, casi toda mi vida en Cataluña me trasladé con mi familia a Córdoba, ese mismo año mi hijo José Miguel cayó enfermo. Como leí no hace mucho a otra persona unos reyes magos se adelantaron a la fecha y le regalaron una maleta para cargarla durante toda su vida el día 23/12/2003. Mi hijo ingresó en estado comatoso, con todas las posibles consecuencias que eso podía acarrear. El día anterior no le detectaron nada en el centro médico donde lo llevé de urgencias. Y esa misma noche mi hijo se despertó y nos llamó preocupado por que se hizo pipí en la cama, desde antes de los dos añitos no se lo hacía en la cama y preguntó si eso es lo que pasaba antes de morirse. A nosotros se nos cayó el mundo encima, después de 4 días en la UCI y «gracias» a que anteriormente mi hijo ya había pasado por una mala experiencia y le enseñemos a relajarse en momentos de estrés (de pequeño estando de vacaciones se puso malo con dolor de oído y al mirarle el oído le infectaron un hongo que sólo tienen personas adultas y tras una hospitalización -de ahí la primera pista para su diabetes ya que en mi familia y en la de mi esposa no hay ningún antecedente de diabetes). Con todo esto fueron unos días muy difíciles, mi esposa no salió del hospital ni a tomar el aire en los 4 días. Después de salir del peligro, ya que el diagnóstico que nos dieron no era muy alentador (nada más ingresar nos dijeron que podía fallecer, que podían quedarle secuelas y en el mejor de los caso que saliera del coma sin dañar el cerebro) lo pasaron a planta y el día 31 después de un curso súper intensivo para que mi hijo no pasara el fin de año hospitalizado, le dieron el alta.