Eduardo

DIA: 16/01/2013 – hora 22.30 (aprox)
Hay momentos que a uno se le quedan grabados a fuego en su memoria…

Este es un cuento que no tiene final, solo principio…
Alex, un pequeñajo de año y ocho meses corría que se las pelaba por el pasillo de su casa ajeno a lo que el destino le tenía deparado como prueba de su valor y aguante.
Desde hacía unos días bebía mucho (…gracias a Dios) se meaba mucho… (lógico) y crecía normal, si acaso un poquito más delgado que de costumbre (esta creciendo decían sus papás). Esa tarde cuando su padre volvió del trabajo, lo encontró en el regazo de su madre con cara de pocos amigos y mirada tristona. Raudo como el rayo corrió a buscar una máquina medidora que utilizaba su ahijada en su vida diaria (no queriendo aceptar que su malestar podría ser por culpa de la diabetes, aunque con MIEDO, mucho miedo). Una vez recogida y con un curso intensivo de un minuto regresó a su hogar y procedió a pinchar al enano en un dedo… HIGH!!!!??? No sale un número como le habían explicado!!!!!!!. Llamada telefónica, esto no puede ser… ANGUSTIA, repite la punción en otro dedo… HIGH !!!????? . Joder esto está mal!!!. Rápido, le pusieron ropa y salió disparado hacía urgencias, mientras la madre quedaba llorando en casa con el hermano de Alex… Entró por urgencias (su madrina estaba esperando- es auxiliar en el hospital) directos a pediatría. Analítica y… EL MUNDO SE CAYO ENCIMA DE LOS HOMBROS DE SU PADRE!!!. Una señora vestida de verde leyó su condena: DIABETES TIPO 1. Maldita sea, por qué?.. POR QUÉ????. El padre inocente le preguntó a la señora: Mire…. y esto puede ser reversible? Puede ser un episodio puntual?.
(En este punto podéis imaginaros a la Tia Betty partiendose el culo de risa ante semejante pregunta…).
Del box de urgencias a la UCI fue un camino entre llantos y gritos del bebé, pero no quedaba mas remedio que actuar rápido. En lugar de sangre , el pequeño Alex tenia mermelada roja en sus venas. La máquina que dictaminara su condena, señalaba un dígito cercano al 800 que confirmaba las peores sospechas.
Más gritos: analíticas, coger una vía, suero… Miedo en los ojitos del ahora ya dulce guerrero.
Al padre no le quedó más remedio que coger su teléfono y marcar el número de su casa. Comunicar malas noticias no es fácil pero… como le contaba a la madre del bebé que su vida había dado un giro de 180 grados!!!. Lo hizo, las lágrimas asomaron en sus ojos pero tenía que ser fuerte. No se iba a rendir y por supuesto no iba a dejar solo al pequeñajo en el duro trance. La noche fue terrible, pero salió el sol y un nuevo dia asomó en la ventana del hospital. El dulce bebé abrió los ojitos, sonrió y sin decir nada por su boca les contó que él era el mismo, que nadie podría con él. Ese mismo día abandonó la UCI y se fue para la planta de los mayores.
22 días y sus noches las pasó en un lugar que no era su casa, pero que el convirtió en su lugar de recreo, incluso pasaba visita médica todas las mañanas de habitación en habitación con su chupete y su gasa de dormir…. Los médicos, mientras, daban clases a sus padres para que alcanzaran lo antes posible el grado de conocimiento necesario para llevárselo a su castillo, a retornar a esa “normalidad” que nunca volvería a ser normal. En su vocabulario anidaron palabras como hidratos de carbono, raciones, unidades de insulina, bolo corrector, hipoglucemias, insuflon, plumas, hiperglucemias… Pero el día llego y de nuevo con MIEDO, salieron por la puerta de la planta rumbo a casa. Y la batalla diaria dio comienzo…. TO BE CONTINUED
Este es un cuento que no tiene final, solo principio…

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