María se hace mayor
Me mira desde la cama del hospital… no es tonta, se hace mayor, y sabe que también estoy cansada y asustada. Es lo que tiene ser Dt3 y ver cómo una simple gastroenteritis, la deja sin fuerzas, de mal humor y hoy, además, triste. María está triste…y eso es muy extraño en ella.
Le pregunto cómo se encuentra, y con esa manita me hace una señal de «regular». No habla y, como puede, se da la vuelta hacia la pared, dándome la espalda. De pronto, empiezo a oírla sollozar. Me levanto de mi asiento, le toco el pelo y le digo que llore tranquila. Con la voz jadeante por la llantina, me dice que lo siente mucho, y me pregunta si esto va a ser así siempre. Me quedo muda, mirándola…¿cuándo creció?. Le digo que esté tranquila, que pronto se recuperará y volveremos a casita. Que por mí y por su padre no se tiene que preocupar, pero a la segunda pregunta no le puedo responder…en esta noche sin dormir, no le puedo responder.
Se vuelve a girar en la cama, con esa vía molestosa en el brazo, y me dice que tiene muchas ganas de llorar. «Hazlo. Pero no porque sientas que eres una carga para mí y para Papi. Ni porque pienses que esto va a ser así siempre, tesoro. Llora, porque sé que todo esto te pone nerviosa. Y verás que te vas a sentir mejor».
Llora, María llora un buen rato. Yo sigo al pie de su cama, dándole la mano y besando su hermoso pelo.
Se empieza a dormir…la miro…Pero ¿cuándo creció?…
Cuando creo que ya está dormida, me doy la vuelta para sentarme y casi en un susurro la oigo decir:
«Te quiero mucho, Mami».
«Y yo a ti, mi Terremotillo».
Ahora soy yo la que llora, en silencio, y la vuelvo a observar desde mi sillón. ¿Pero cuándo creciste, flor?.
Hoy estoy terriblemente cansada, y su Papi decide quedarse con ella toda la noche. Yo me regreso a casa con mi saladito…y en el camino de regreso me viene a la cabeza su carita triste, con sus ojos marrones llenos de lágrimas, preguntándome si eso va a ser siempre así.
Estoy convencida de que algún día aparecerá la cura…yo vivo con esa esperanza en mi vida; y así se lo hago saber a ella. Pero hoy algo ha cambiado. Aunque sigo pensando igual, hoy no se lo he dicho. Porque sus sentimientos de tristeza, de preocupación por mí y mi marido; de incertidumbre por su futuro, me dejan noqueada. Lo sé, María se hace mayor…y no queda de otra que seguir.
¡¡¡Buen domingo, dulces piratas!!!
Almu.