Hola a todas y a todos. Me presento: Me llamo, como podéis ver, Paco. Tengo 31 años y he sido diagnosticado de diabetes tipo 1 hace unos meses atrás. En poco tiempo mi vida ha dado un vuelco, he tenido que frenar el ritmo absolutamente frenético de mi vida para escuchar lo que mi cuerpo me dice. Me comunico con él a través de un glucómetro. He sentido miedo, mucho miedo. He llegado a obsesionarme, he llorado, he gritado y no he querido aceptarlo. Está siendo un proceso complicado porque mi trabajo y la universidad no me dejan demasiado tiempo y ahora tengo que sacar tiempo para cocinar diferente, controlar raciones de hidratos, calcular bolos y cruzar los dedos porque en cada comida todo salga bien. Pero, al fin y al cabo, es mi cuerpo. Yo noto los síntomas, yo controlo en cada momento lo que debo y no debo hacer, no someto a terceros a esta incesable tensión diaria.
Os escribo porque desde hace mucho tiempo que no veía algo tan productivo, valioso y enternecedor como este grupo. Como habréis visto, apenas participo, hasta ahora solo he leído vuestros mensajes. Cada día que os leo me emociono. Doy gracias por haber debutado siendo adulto porque mi madre no ha tenido que pasar por lo que vosotras y vosotros, padres de dulces guerreros, tenéis que pasar. Vosotros sois héroes y heroínas de verdad, del mundo real. Vuestro cuidado, vuestro amor y, a veces como es normal y no puede ser de otro modo, vuestra obsesión, mantienen a vuestros hijos sanos y a salvo de esta maldita condición que a algunos nos ha tocado. Os doy la enhorabuena, os doy las gracias y os reconozco el incalculable mérito que tenéis por ser lo que sois. Me siento bien cada vez que siento que mis dulces compañeros están cuidados y cuidadas por padres y madres como vosotros.
Soy estudiante de filosofía, no estoy en disposición de dar muchas lecciones a nadie, pero os quiero trasmitir un mensaje de esperanza. Es algo absolutamente incuestionable que la vida consiste en superar barreras. Un camino sin resistencia no es camino, una vida sin lucha no es una vida. Y no digo que sea mejor tener una enfermedad o un enfermo a cargo para tener una vida más intensa pero sí que desde luego hace más humanos a los humanos cuando se levantan para luchar y luchar cada mañana contra un enemigo, contra una adversidad. Tenemos que integrar en nosotros absolutamente todo lo que nos ofrece la vida, también lo malo, es el único camino para crecer y seguir haciéndolo cada día. Pero si además se hace con el amor con el que lo hacéis vosotros, entonces, en ese caso, os convertís en ángeles.
Un fuerte abrazo y gracias por estar ahí cada día.
Paco Gomez