Me toca a mí contar nuestra historia. Muchos de vosotros ya conocéis a mi pequeño Lucas (que no me escuche que se enfada, porque él ya es mayor 😂). Lucas debutó cuando aún no había cumplido los 15 meses. Comencé a notar los típicos síntomas de diabetes…. empezó a beber mucha agua, aún sin saber hablar señalaba su botella de agua en cuanto la veía, y por la noche se despertaba varías veces para beber. Me lo encontraba de pie en su cuna señalando la botella, y después de beberla casi toda, lloraba si se la quitabas 😓. Además, empezó a levantarse con el pañal hasta arriba, e incluso se le salía el pipí. Mi madre y mi hermana me decían que igual eran los dientes, y que con el agua se aliviaba, que saldría a su papá que bebe mucho,…. Pero yo sabía que eso no era normal, y tras dos semanas así, una tarde me fui al pediatra del seguro para comentárselo aunque fuera a una enfermera. La chica de recepción me dijo que sí también hacía mucho pipí, que entonces no era malo,…y tuve que ser yo quien le dijo que podía ser síntoma de diabetes. En cuanto se lo contó a la pediatra, me dieron cita para el día siguiente, y cuando llegue a la consulta y le expliqué todo, le hicieron su primer destroxtis. Cuando yo vi el 365 se me vino el mundo encima, porque aunque estaba con la mosca tras la oreja, en el fondo no quería pensar que mi niño, mi bebé, tuviese diabetes. Lo único que recuerdo es que me puse a llorar, y lo único que decía «si nosotros no tenemos antecedentes en la familia!!!»,… llamaron al hospital para avisar de que iba, y me dijeron que llamase a mi marido para no ir sola. Quedé con él en el hospital, el camino hasta allí no podía dejar de llorar, y en el fondo, aunque lloraba por el mazazo de la diabetes, tenía además un miedo horroroso a que no fuera eso y fuese algo más grave. Afortunadamente no fue un debut traumático y mi pequeño estaba bien, y todo el mundo me preguntaba que como me había dado cuenta tan rápido. Era un viernes 6 de febrero; al día siguiente, sábado, nuestro endocrino fue a conocer a Lucas y recuerdo que me dijo que tenía que pasar el luto y encontrar fuerzas para cuidar de mi niño. También nos dijo que iban a ponerle una bomba de insulina y un mcg, y en 3 días los tenían allí, así que los 15 días que estuvimos en el hospital fue para aprender el manejo, a ponérselos,…. Los primeros meses fueron muy difíciles… un bebé tan pequeño que no hablaba, no notaba la hipos, no quería comer cuando tenía que remontar, no se dejaba pinchar,… Y aún así, no quiero ni imaginar que hubiese sido de nosotros sin la bomba y el mcg. Ya han pasado más de 2 años, hay días complicados y situaciones nuevas a las que hay que ir enfrentándose, pero ya todo es mucho más fácil. Gracias al mcg, muchas noches podemos dormir de un tirón, porque como va asociado a la bomba, suenan las alarmas y evita muchas hipos ella sola. No podría vivir sin el mcg, con la bomba sola me daría miedo, y no quiero ni pensar en si tuviera que utilizar la terapia de múltiples dosis. Admiro a los padres que tienen que velar por sus hijos con dosis de insulina lenta y bolos de rápida, y a los que tienen que hacer el esfuerzo económico de costear un mcg. Nosotros tenemos que dar gracias de que en nuestra Comunidad Autónoma, el sistema sanitario nos cubre bomba y mcg, así que espero que sea costeado en todas las comunidades para todos los diabéticos, no sólo para los niños, también adultos, que todos tienen derecho a disfrutar de los beneficios de un mcg, y además, nuestros hijos crecerán, y todos querremos que cuando sean mayores también puedan acceder a un mcg.
#cgmFEDEnomerepresenta
Mi pequeño Lucas
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