El lunes salí de casa a las 7.30 para ir a trabajar. Eric estaba a 140. Dos horas y dos o tres alarmas de enlite después, estaba a 400. Viendo la curva gracias a nightscout, le pedí a su profesora que le mirase las cetonas. 3.3. Diez minutos después,3.5. Temblé como una hoja, pero tras hablar con la enfermera decidimos gestionarlo nosotros con pauta de cetonas.
Cuando la situación estaba ya solventada y nosotros derrengados de los nervios, una alarma de madrugada nos avisó de que estaba a 230. Repetí la prueba de cetonas y estaba a 0.8, un 0.8 que costó de bajar. Fue otra noche sin dormir . La noche anterior, la de domingo a lunes el enlite pitó por dos hipos.
Claro que me duelen los deditos pero mi lema no puede ser sin pinchazos y ello por dos motivos: primero, porque raro es el día que con su variabilidad e hipos asintomáticas no usamos 10 tiras y segundo, porque lo que de verdad valoro son las alarmas que protegen a mi hijo y que han evitado que estos sustos terminen mal.
Ojalá algún día la diabetes se cure. Mientras, nuestras mejores armas para combatir son la educación y la tecnología.
Eric, a veces se me escapan las lágrimas cuando me dices con esa voz dulce » el dedito no». No puedo curarte ni dejar de pincharte, pero te prometo que lucharé con todas mis fuerzas para que tengas las mejores armas posibles.
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