Hola, mi caso es más o menos como los demás. Mi hija, Leyere debuto el 17 de diciembre del 2009.Tenia algo mas de 2 años y medio. Era una niña muy sana. Apenas se resfriaba. Pero cogió una gripe y a partir de ahí empezamos a darnos cuenta de que bebía mucho más de lo habitual. La lleve a su pediatra porque había perdido peso y porque bebía muchísimo. Le comente mi preocupación por si era diabetes (mi abuela tenia diabetes 2).Me comento muy tranquilamente que podía ser bien por eso o por algún problema de riñón, que por lo visto el no creía que eran ninguna de las dos cosas importantes. Así que le envió un análisis, no urgente y para verlo después de las fiestas navideñas, puesto que el se iba de vacaciones. Esto fue miércoles, jueves se hizo el análisis y la noche del viernes al sábado fue horrible. Lo mal que lo pasaría la pobre. A todo esto su pediatra me decía que le fuese quitando poco a poco el beber porque a veces era vicio. Sera gilipo….Y ya el sábado por la mañana nos fuimos a urgencias. Al preguntarnos en ventanilla les dijimos lo que le pasaba y la celadora dijo «será diabetes». Pues claro pero el gilip… de su pediatra después de muchos años de profesión no dio con la tecla. Llego deshidratada, muy delgadita, débil. Pobrecita, si hubiese podido ella explicarse…Llego con 699.Ella ingreso sábado. Pues el lunes me fui al asistente social a ponerle una pedazo de reclamación al incompetente de su pediatra y acto seguido me lo cambie. Fue un palo gordo tan pequeñita, mis miedos eran por si no sabia detectar una bajada. Iba a la guardería, yo trabajaba……En fin, todos sabemos lo que es. Recuerdo el día que le dieron el alta, el día de los inocentes (menuda inocentada).Yo pensé ¿ y que hago yo ahora? Cuestión de tiempo. Cuando pasaron reyes fui a ver a ese pediatra que tenía mi hija que era una eminencia. Y con buenas palabras y mucha educación le dije lo mal médico que era. El me echaba de su consulta porque claro lo que le estaba diciendo no le gustaba nada pero yo le dije que el no me echaba que me iba yo pero cuando escuchara lo que yo tenía que decirle. Me quede muy a gusto. A la semana siguiente contestaron a mi reclamación. Me decían que lo sentían mucho, que era un palo muy gordo pero que su pediatra no tenia la culpa de que mi hija fuese diabética. Acabáramos, él no tenía la culpa, eso ya lo sabía yo pero si de que llegase tan mal como llego. Así que como no me convenció la respuesta pedí cita con el inspector para hablar con el personalmente y que entendiera lo que había pasado. Y así lo hice. Me dio la razón, me dijo que no hizo bien su trabajo, que existe un protocolo para cuando un niño va con esos síntomas y que el no lo había seguido y que le iba a pedir explicaciones orales y por escrito de lo que había pasado y de porque no habia seguido el protocolo. No sé si le sirvió de algo pero por lo menos vería que nos quejamos y que no se lo pusimos muy fácil. El mismo inspector me dijo que quejarse sirve pero que lamentablemente nadie lo hace. Y este fue nuestro comienzo. Cada día convivimos mejor con la enfermedad y aprendes con el día a día. Porque quiero que mi hija no se vea diferente a los demás niños.