LAIA (11 años DT1)
Había una vez una oruga muy pequeña muy pequeña que vivía tranquila y feliz en el bosque. Cada día salía a pasear y a la hora de cenar volvía hacia su casa. Una tarde cayó una gran tormenta, la más grande que nunca los habitantes del bosque hubieran visto, y el camino por donde tenía que volver se inundó por completo, de forma que se tuvo que quedar a la intemperie, asustada y muerta de miedo a la espera de que el agua desapareciera y su camino volviera a estar transitable para poder volver a casa. Fueron pasando los días pero el agua no desaparecía porque se había formado un lago en el lugar donde antes había el camino de llevaba a su casa. Así que, poco a poco, la oruga se iba adaptando a la nueva vida y al nuevo entorno donde estaba volviendo a construir una casa nueva.
Un buen día se notó muy muy muy cansada, se acostó a dormir y al cabo de unos días cuando se despertó y se miró al espejo vio que ya no era la misma, sino que había cambiado totalmente. Se había convertido en una mariposa con unas alas preciosas para poder volar. Lo primero que pensó fue en que ahora podría pasar volando por encima del agua del lago y volver a la casa donde había vivido hasta hacía sólo unos pocos meses. Cuando estaba a punto de partir, se paró en seco y pensó que en la casa nueva estaba ya cómoda, ya conocía a los vecinos, se había adaptado a las nuevas rutinas y tenía todo aquello que la volvía a hacer feliz. Así que se volvió a mirar bien en el espejo, sonrió, batió las alas al vuelo tan fuerte como pudo y se dijo a sí misma, bienvenida en tu casa.
ROSA (DT 1 34 años )
Las personas con diabetes y nuestras familias asimilamos nuestro debut con la gran tormenta y pasamos de ser orugas que vivimos en un entorno feliz y controlado a ser orugas que tienen que emprender la tarea titánica de construir un nuevo hogar. Pero con los días, con esfuerzo y con constancia vamos cogiendo experiencia, conocimientos y ganas para transformarnos en mariposas. Conocemos otras personas y familias que viven con las mismas condiciones y circunstancias que nosotros, algunos de los cuales ya son mariposas, mientras que otros todavía son orugas, pero bien sean orugas bien sean mariposas nos entendemos desde el primer momento porque hablan el mismo lenguaje que nosotros. Y así, poco a poco, día a día, semana a semana, nos vamos volviendo fuertes y valientes otra vez. Y un buen día, nos despertamos y la oruga ya no está, ya somos mariposas.
Nuestro deseo hoy y siempre es y será que todos aquellos que tienen diabetes, sea del tipo que sea, se conviertan en mariposas, vuelen muy lejos y muy alto y no exista ningún lugar donde no puedan llegar.
NOA (5 años DT1)
Muchas gracias a todos para venir. Felicidades a la yaya Encarna!!!!