Parece mentira…pero hoy hace un año que llegaste a nuestras vidas. 19 de mayo de 2015, como olvidar aquel día. Entramos en el hospital a las 11 de la mañana, y llegaste a nuestra familia en los boxes del hospital. Así de rápido, sin tiempo a que me hiciera a la idea que nuestra familia crecía. Fue algo natural, con todo el dolor que eso supone, no había anestesia alguna, y las palabras de los doctores y enfermeras no llegaban a mis oídos, las lágrimas brotaban sin cesar, y mis ojos estaban pegados a la cara de mi hija, sus manitas, sus deditos, sus piececitos…
La estancia en el hospital fue larga, pero teníamos que aprender a ser una familia. Tenía miedo de salir al mundo real, allí me sentía protegida, y me daba pánico encontrarme sola allí fuera a solas con la peque, sin enfermeras a quien llamar cada vez que tocaba comer, sin el medico que pasaba por la mañana y me decía que todo seguía bien, sin las mamas con las que compartía habitación, o las que conocí en la sala de juegos, ellas se pasaron horas y horas dándome conversación, animándome a ser fuerte, y allí aprendí que ser mamá no te da superpoderes, aunque los necesites para serlo.
Y así fue como llego el momento de salir de esas 4 paredes que nos protegían. Llegamos a casa, y aunque parece mentira, me sentía la mujer más sola del mundo. No podía soportar el peso del cuidado de la niña, todo mi mundo había cambiado, pero era mi obligación y lo hacia lo mejor que podía…pero la falta de sueño, el cansancio y el peso de la responsabilidad de esta maternidad estaba empezando a hundirme en un pozo fondo y oscuro. Por suerte existe internet, y por suerte las mamas nos unimos en grupos para seguir adelante, y es que ya se sabe, mal de muchos…. Y así es como la pena se vuelve fuerza, el miedo valentía, y la luz entra en el pozo y te das cuenta que no estás sola. Y así estamos ahora, contentas de formar parte de una gran familia, de poder contar nuestros logros, y tener ese cojín de gente maravillosa con quien compartir la felicidad.
En 12 meses nos han pasado tantas cosas, he aprendido tanto de ti. Pero sobretodo he aprendido de mí. He conocido personas maravillosas gracias a ti. He descubierto que mis limites hace tiempo que los crucé. He aprendido a cuidarte sin miedo. He descubierto que aunque no duerma más de 2 horas tengo fuerzas para seguir al pie del cañón. He aprendido que a tu lado los días son logros constantes. He descubierto que sí que tengo esos superpoderes que me contaban en el hospital. Pero sobre todo y ante todo, he aprendido que mi hija seguirá creciendo así de fuerte, sana y feliz.
Por cierto, ese día no nació mi hija, ella tenía 13 meses, llego a nuestra familia su diabetes tipo 1.
Nuria S