Hoy hace justo cuatro años que Alejandro se pinchó insulina por primera vez.
Cuatro años en los que no ha dejado de darme lecciones de valentía y responsabilidad.
Cuatro años en los que nuestras vidas han cambiado, han cambiado mucho.
Con el paso del tiempo las cosas se ven de otro modo, pero no se olvida nunca ni un solo minuto de aquel día.
Si cierro los ojos recuerdo el silencio de Alejandro ese día. No hablaba, sólo miraba todo lo que iba sucediendo a su alrededor, nos miraba a nosotros extrañado. No pedía nada, nos seguía por los pasillos del hospital agarrado a nuestras manos, en silencio. Se puso el pijama sin preguntar porqué tenía que quedarse allí, y cuando a mediodia le enseñaron por primera vez un boli de insulina y como debía pincharse, solo dijo «yo lo hago solo».
Nunca podré olvidar esos momentos, desde ese instante fue valiente. Mientras que a mí me temblaba hasta el alma, él se inyectó insulina por primera vez.
Que gran persona has sido durante este tiempo, nunca te has quejado, nunca has pedido de más, y cada vez vas tomando más las riendas de tu enfermedad.
Sabes de hidratos, sabes como actuar y sabes mantener la calma.
Esa calma que muchas veces eres tú quien me la transmite a mí, con ese «no pasa nada mamá» o cuando me dices «gracias mamá»
Por eso y por mucho más, nunca dejaré de estar a tu lado en esta batalla, que es tan tuya como mía.
Por tí, en breve un gran proyecto verá la luz y que sin tí para mí no tendría sentido.
Juntos conseguiremos grandes cosas, Alejandro.
Porque con diabetes sí se puede, mirar al futuro. La vida es demasiado apasionante como para no vivirla, aún con diabetes.
Claudia Medina