Esta es la historia de Paulo, mi hijo de 9 años y debutó hace 4 años, justamente el 4 de junio de 2013.
Llevaba un par de semanas con los síntomas que todos sabemos ahora, pero que en aquel momento yo desconocía completamente, bebía mucha agua, se despertaba por la noche para hacer pipí, comía bastante y a pesar de eso había adelgazado. Recuerdo un día especialmente que le puse unos vaqueros y le quedaban grandes, pero pensé que estaría pegando un estirón. También pensé que como hacía bastante calor por eso bebía mucha agua y como consecuencia hacia mucho pipí.
Yo estaba con exámenes y en ese momento estaba con la mosca detrás de la oreja pero no lo lleve al medico hasta que no los terminé porque no creía que fuese nada grave.
Recuerdo a una amiga un par de días antes de llevarlo al médico a la que le comenté los síntomas y me dhijo que podía ser diabetes y aunque me alertó pero no creí que eso era lo que le podía pasar a mi hijo, no, seguro que no era eso, pero por si acaso lo llevé dos días mas tarde cuando terminé mis exámenes.
Cuando llegué a su pediatra y le comenté los síntomas en seguida me mandó a la enfermera para hacerle la prueba del dedo. Solo recuerdo la cara de la enfermera desencajada y un número, 513, yo seguía sin saber lo que eso significaba, pero por la cara de la enfermera no era nada bueno, de nuevo fuimos a la consulta de la pediatra y allí, sin esperarme para nada el resultado me dijeron que mi hijo era diabético, un jarro de agua helada que me calló helándome por dentro, el pobre no entendía nada, ni porque lloraba sin parar. Nos mandaron corriendo al hospital y lo ingresaron con cetosis. Para el no fué traumático porque su estado físico no era malo.
Ahí empezó nuestra nueva vida con diabetes, muchísima información que me esforzaba por aprender pero que a la vez me costaba muchísimo porque no era capaz de asimilar que le hubiese tocado a él.
Durante los tres primeros años nuestra rutina era hacer control antes de cada comida, decisiones para poner unidades de insu, decisiones para contar raciones, decisiones y mas decisiones para intentar dar con la dosis adecuada y para acertar con las raciones, decisiones si iba a hacer su deporte preferido, judo, decisiones si iba a estar toda la tarde de cumpleaños, decisiones si me iba a trabajar y lo tenia que dejar con alguien y a esto le sumamos intentar informarme de todo lo que podía y aún así su hemoglobina glicosilada estaba e, 7,7 y no lograba bajarla y las noches siempre pendiente, las 24 horas del día.
Todo cambió cuando empezó a usar el free, que con mucho esfuerzo y gracias a que los abuelos nos ayudan económicamente, empezó a utilizarlo.
La rutina era la misma pero con mas información y sin pinchar tantas veces al día sus deditos, que los tenía negros de tanto pinchazo. Su glicosilada bajó desde entonces. Tambien me estuve informando de otros medidores continuos que creo que serían mas convenientes y mas fiables pero mi economía no me lo permite pero me encantaría que mi hijo pudiera disfrutar de un MCG con alarmas , y así por las noches que son las que todo diabético o familiar de diabético teme, se volvieran un poco mas normales, porque a mi las noches son las que mas me preocupan, pensar que yo estoy durmiendo mientras mi hijo está sufriendo una hipoglucemia, me da auténtico miedo.
Me gustaría que todas las personas con diabetes puedan disfrutar de un MCG, les da calidad de vida, seguro que luchando todos unidos lo conseguimos.
Un beso
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La diabetes de mi hijo Paulo
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